El insomnio es como una trinchera de la cual no hay escapatoria. Son las balas que se acercan, el suelo temblando bajo una marcha acompasada. Un frío miserable abraza mi herida expuesta. Barro hasta las rodillas, las prendas húmedas y un olor a ausencia. Mientras duermes yo libro una batalla, contra el peor asedio que existe. Soy la hueste enemiga y al mismo tiempo la bandera blanca temerosa. Soy todo menos paz, todo salvo tregua. La noche se disuelve a través de mi ventana, y me adelanto una vez más a esa explosión terrible que es la alarma de las siete.
Me siento identificado con este hermoso relato porque yo también libro una batalla contra el descanso nocturno. A veces gana la noche y a veces gano yo.
Cuando gana la noche me levanto antes que suene la alarma de las seis y media.
Hola amigo, me alegra que hayas sentido con este microrrelato. Lo escribí precisamente una de esas noches en las que me fue imposible dormir. Muchas gracias por leer y dejar un comentario.
Saludos.
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¡Muchas gracias!
De nada!